QUE NADIE OS ENGAÑE CON PALABRAS BONITAS-

 

QUE NADIE OS ENGAÑE CON PALABRAS BONITAS-




El más radical de los evangelistas nos dijo: Cristo o el Diablo; la Luz o las tinieblas; la libertad o la esclavitud; la aridez o las aguas vivas; Cristo o el Mundo ((Jn 8, 12; 1 de Jn 3, 7ss; Jn 8, 32; Jn 7, 37; 1 de Jn 2, 15) De la mezcla resulta tibieza y a los tibios los vomitaré de mi boca ( Apoc 3, 15- 16) El radicalismo de Juan está en el Amor a Cristo.

 

Que nadie os engañe. El engaño viene de la mentira que tiene como padre al Diablo (Jn 8, 44)

Hijos míos: No dejen que nadie los engañe. Quien practica la santidad es santo, como Cristo es santo. Quien vive pecando, se deja dominar por el diablo, ya que el diablo es pecador desde el principio. Pues bien, para eso se encarnó el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo.

Jesús vino a deshacer las obras del Diablo (Hch 10, 38)

Ninguno que sea hijo de Dios sigue cometiendo pecados, porque el germen de vida que Dios le dio permanece en él. No puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo: todo aquel que no practica la santidad, no es de Dios; tampoco es de Dios el que no ama a su hermano. 1 Juan 3, 7-10 

La santidad y el amor son inseparables porque Dios es el Santo y es el Amor (1 de Jn 4, 7-8)

Dos hijos, los de las tinieblas y los de la Luz. Los hijos de las tinieblas hacen el mal y los hijos de la Luz hacen el bien: la bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 9; Rm 12, 9) Los hijos de las tinieblas son la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1). Con palabras de Jesús: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios y las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.” (Mt 15.19- 20)

Santo es el que ama a Dios y ama a su prójimo, sin fingimiento; ama en la Verdad, con palabras y con sus obras (cfr 1 de Jn 3, 18) El que odia a su hermano es un asesino, y la verdad no está en él (1 de Jn 3, 15). Mientras que el que ama a su hermano está en Dios y permanece en él. (1 de Jn 4, 16)

Los que han nacido de Dios, ¿pueden volver a pecar?

Si pueden hacerlo porque tienen el libre albedrío, pueden hacer el bien y pueden hacer el mal, para eso son libres, pueden volver a pasar de sr hombres nuevos a ser hombres viejos. Por eso Jesús nos dijo: “Vigilad y orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) En su primera carta Juan dice a los creyentes: Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. (1 de Jn 2. 1- 2)

La Revelación nos dice: “Hagan el bien y rechacen el mal” Pero si no lo hacen pecan, entonces Dios vuelve a buscarnos para decirnos: “Arrepiéntete” Por que Él perdona hasta setenta veces siete (Mt 18, 22) Se  alegra con el que vuelve a Casa (cf Lc 15, 7) Lo grave es quedarse caído en el pecado, hay que levantarse para que la Luz de Cristo ilumine el Camino que lleva a la Casa del Padre (cfr Jn 8, 12; Ef 5, 14; Col 1, 13- 14) La única razón es que Dios es Misericordia y perdona lo mucho y lo grande, lo que pide es que reconozcamos nuestros pecados: “lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mí vista, desistid de hacer el mal aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si[um1]  aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis”. (Is 1, 16. 19)

Para los que quieran permanecer en el pecado Dios nos dice algo que nos pone los pelos de punta y hace que nos arruga el pellejo: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" (Mt 7, 21- 23) Lucas nos dice: «¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?” (Lc 6, 46) Para también decirnos:  “Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No[um2]  juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. (Lc 6, 36- 37)

Dios es Misericordia, ama y perdona a todos los que quieran, por que a fuerzas ni los zapatos entran. Todo es con un si tu quieres: Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. (Apoc 3, 20). Dios no entra por las ventanas ni brinca las murallas, Él respuesta nuestra libertad, “con un sí, tu quieres” Espera nuestra respuesta: “que le abramos la puerta de nuestro corazón” Para que él entre a nuestra vida y haga en nosotros su Obra liberadora y gozosa (cfr Ef 3,17) Y así, podamos ser de los suyos, sus hijos, sus discípulos, sus amigos y sus servidores.

 

 

 

 

 

 

 


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